En países como el Perú la riqueza que la naturaleza le ha regalado se ha tornado todo un problema por el hecho que no ha permitido ser una palanca para el desarrollo económico; más todo lo contrario, en los últimos años las brechas de desigualdad han crecido generando un profundo malestar en las poblaciones más humildes de la zonas de explotación minera.
La actividad minera, en gran medida, motor del crecimiento económico no se muestra coherente para un país que busca el desarrollo; su falta de responsabilidad ambiental, social y tributaria, le ha permitido cosechar hoy un conjunto de conflictos que se han radicalizado, a tal punto de rechazar todo tipo de actividad extractiva como lo que sucede en Puno. Pero si actividad minera implica enormes beneficios económicos, ¿Cómo puede ser posible que los campesinos estén en contra de una actividad que genera crecimiento económico? La respuesta a esto puede ser muy sencilla; pues aún con minería, los pobres siguen siendo pobres, el Estado excluye a las comunidades campesinas que alojan a la minería, sus capacidades no han aumentado y sobre todo porque se ven en competencia en el uso de los recursos como el agua y la tierra.
Es un problema generado por las mismas mineras por su falta de compromiso social, y también de un Estado ausente que maneja un doble discurso. Por lo tanto no es solo un problema político, como menciona Manco, sino también un problema económico por el hecho de que existen intereses económicos detrás de todos estos problemas suscitados.
Entonces la polémica se dirige a un campo más extenso, más delicado; ya no es solo el hecho de un Estado incapaz de tener una presión tributaria progresiva acorde de la riqueza generada, sino que también, el de un Estado ausente incapaz de cumplir su rol representativo de todos los peruanos, porque con su incapacidad de poder resolver los problemas sociales suscitados entorno a la minería pone en peligro, por un lado la separación de los pueblos del Perú cuya voz no es escuchada a tiempo, y por otro lado pone en riesgo un modelo de crecimiento económico que ha resultado exitoso. El problema no es el sistema en sí mismo, sino el status quo.