Con la publicación de la “Teoría General del
Empleo, el interés y el dinero” en 1936 se inicia la revolución keynesiana que
da origen a la macroeconomía como ciencia. Los fundamentos keynesianos contrastaban
con la postura clásica de la flexibilidad de precios y la competencia perfecta
de los mercados. La existencia de una demanda efectiva que determinaba la
oferta y las de rigideces en precios y
salarios llevo a entender el panorama de aquel entonces.
La teoría macroeconómica se caracteriza por
mantener un acalorado debate de sus fundamentos en el tiempo. De esa manera,
muchas escuelas han determinado con postulados coherentes, en épocas
determinadas del tiempo, los fundamentos macroeconómicos en el corto y largo
plazo; muchas de ellas han sido posturas, marcadamente, diferentes. Sin
embargo, como se puede esperar, se llega a cierto consenso con ciertos
fundamentos claves dentro de la teoría. Un aspecto que es aceptado es el hecho
que los modelos tienen que ser de equilibrio general, dinámicos, estocásticos y
con expectativas racionales. Esto es lo que muchos economistas denominan el
corazón de la macroeconomía actual.
Sin duda fue Robert Lucas Jr. quién lideró la
revolución de la Nueva Economía Clásica que dio origen a los fundamentos base
de la macroeconomía actual. El presente artículo presta atención en el artículo
“Econometric Policy Evaluation: A Critique” de Lucas de 1976. Este trabajo que
sería conocido como la crítica de Lucas constituye la contribución más
importante de la denominada nueva macroeconomía clásica en el campo de la
política económica (Sánchez y Ochoa, 2005). Así la crítica de Lucas agudizo las
diferencias dentro de la economía entre un precio flexible y microfundamentado
y la estructura keynesiana de las rigideces en precios y salarios (Snowdown y
Vane, 1995).
El corazón de la Crítica de Lucas se fundamenta
en las desviaciones entre la estructura real anterior de un modelo y la
estructura real prevaleciente después de aplicar una política económica. Esto
es consecuencia de que las conductas humanas dependen de las reglas de juego en
que los agentes participan, de modo que un cambio de reglas llevará a los
sujetos a revisar sus conductas para adaptarse a las nuevas reglas (Argandoña,
Gamez, Mochon, 1999). De este modo si un modelo econométrico incorpora en su
estructura las reglas de decisión óptimas de los agentes económicos, y si estas
reglas varían de acuerdo a cambios en la política económica, entonces el
mencionado cambio de política modifica necesariamente la estructura del modelo
(Fernández, 2008).
De acuerdo al artículo de Lucas de 1976,
describiremos la economía en un período t por un vector de variable de estado, un vector xt de variables exógenas y un vector de choques
aleatorios et que está independientemente e idénticamente
distribuidos. El movimiento de la economía está determinada por:
yt+1 = f(yt, xt, et)
La función f es tomada como fija, pero no se conoce; por lo
tanto, la tarea es estimar f.
Para estimar dicha expresión se considera estimar los valores del vector de
parámetros fijos Q.
De esa manera se tiene la siguiente expresión
f(y, x, e) = F(x, y, Q, e)
Donde F es especificado de antemano.
El vector xt está compuesto de valores pasados, los cuales
son observados, lo que facilita la estimación de Q.
Por lo tanto, para la predicción solo se tiene que insertar las predicciones de xt en F.
Una política económica es observada como
una especificación del valor de algunos de los componentes de {xt}.
Ahora, bajo políticas alternativas, el interés está en las características en
las cuales opera el sistema bajo dichas políticas. Los componentes de la
función F y Q son derivadas de las relaciones de
comportamiento, por ejemplo funciones de demanda, de los agentes en la
economía. Esto último desde el punto de vista de la teoría económica, una vez
conocidos, permanecerán estables bajo cambios arbitrarios en el comportamiento
de {xt}.
De acuerdo a Lucas (1976) este último
supuesto es injustificado puesto que encontrar una regla de decisión óptima
cuando ciertos parámetros siguen caminos arbitrarios es una mala formulación,
ya que se tiene que atribuir a los agentes económicos alguna visión del
comportamiento de los valores futuros de las variables de interés para ellos.
Esto junto a otros factores determina sus reglas de decisión. Por otro lado, si
se quisiera asumir la estabilidad de (F, Q) bajo la políticas alternativas, se tiene que
suponer que las opiniones de los agentes sobre los choques son invariantes por
cambios de política. Estas simulación, para Lucas, no tienen sentido.
Hay razones empíricas y teóricas para
creer que una estructura de la forma
yt+1 = F(yt, xt, Q, et)
No es de utilidad para predecir y evaluar
la política económica. Cabría la esperanza que los cambios en Q inducidos por cambios en políticas económicas
alternativas se produzcan lentamente, y que las predicciones basadas en este
tipo de modelo serán, más o menos, precisas. Sin embargo, está es una esperanza
falsa porque los cambios en política inducen saltos inmediatos en Q;
por ejemplo un aumento en los impuestos de manera temporal inducirá a una
variación de la propensión marginal a consumir
Entonces
la tarea del economista para la evaluación de la política económica es elaborar
modelos cuyos parámetros estén aislados de las reglas de decisión de los
agentes económicos de los que reflejan las reglas de política. Para Argandoña,
Gamez y Mochon (1999), exige introducir restricciones cruzadas entre las
ecuaciones, de modo que, por ejemplo, los parámetros de la función de formación
de expectativas guarden una determinada relación con las de las ecuaciones
reducidas, y las características estocásticas de las variables guarden también
relación entre sí.
BIBLIOGRAFÍA
Argandoña Ramiz Antonio, Gamez Amian
Consuelo y Mochon Morcillo Francisco
(1999). “Teoría y política monetaria”.
Fernández Baca, Jorge. (2008). “Teoría y
política monetaria”.
Lucas Robert Jr. (1976). “Econometric Policy Evaluation: A Critique”.
Sánchez Puerta Mauricio
y Ochoa Galeano Marta. (2005). “Reflexiones sobre la importancia de la
Crítica de Lucas”.
Snowdown Brian y Howard Vane. (1995). «New Keynesian
Economics Today: The Empire Strikes Back».