En los años noventa, el Perú pasaba crisis en diferentes aspectos; en el económico uno de los principales problemas era la hiperinflación; en el aspecto político, una enorme burocracia que desarticulaba el aparato estatal con el mercado, convirtiendo a las empresas del estado en ineficientes; en el plano social, existía una ola de violencia como consecuencia del terrorismo. Por otro lado, el mundo cambiaba enormemente como consecuencia de la globalización y, desde la caída del muro de Berlín sufre una mayor expansión evidenciando la victoria del capitalismo sobre el socialismo. En ese contexto, el Perú para reactivar su economía tuvo que recurrir a un conjunto de incentivos, liberalización de los mercados y apertura comercial. Todo esto regia bajo la constitución del año 92 y hasta ahora, 2011, las cosas aún se mantienen aunque las condiciones de mercado y contexto internacional han cambiado.
La posición de Humberto Campodónico es que en una situación donde han cambiado las condiciones de mercado, debido a la fuerte industrialización de los países emergentes de Asia que ha elevado los precios de los metales, las empresas, especialmente las mineras, no pueden ser tratadas bajo los incentivos propios de los años 90’s. Dichos incentivos permiten a las empresas mineras alcanzar tasas internas de retorno de 70, 80 y 90 por ciento, cuando lo normal es 12 a 14 por ciento de rentabilidad. Esto es algo absolutamente inesperado, porque existen sobreganancias que no obedecen a un esfuerzo particular de las empresas, sino a condiciones en las cuales el mercado ha cambiado. Entonces, esas sobreganancias tienen que ser compartidas con el país, dado que son sus recursos naturales, en condiciones de un mercado que va a seguir creciendo.
Por otro lado, Pablo Bustamante menciona que hay que mirar el enorme potencial que tiene el Perú para incrementar la explotación de recursos naturales, especialmente la minería. En el país se ha ido incrementando y acumulando brechas del tipo económico y social; brechas en infraestructura, tecnología, educación, salud, etc. Entonces con los altos precios de los productos minerales como consecuencia del crecimiento de los países emergentes asiáticos dan al Perú la oportunidad de obtener recursos fiscales extraordinarios que permitan cerrar dichas brechas. Por lo que debe hacerse ahora es multiplicar la explotación de los recursos naturales, especialmente de la minería por cinco. Ese es el secreto del salto hacia el bienestar general que tiene el Perú y el cual debe cumplir dos condiciones de higiene: cuidado ambiental estricto y buen manejo social. Un incremento de los impuestos para incrementar la presión tributaria solo haría que los capitales escapen.
Evidentemente ésta es una situación controversial que pone en evidencia el tipo de economía que tiene el Perú, la de primario exportador; y esto es porque más del 60 por ciento del producto generado está explicado por la exportación de minerales. Sin embargo, como menciona Campodónico el Perú debe ir por el lado de la competitividad, pasando de los recursos del siglo XIX al siglo XXI; el cobre, el petróleo, el oro como recursos de hace 200 años pueden financiar la tecnología de la información y del conocimiento; un desarrollo que no se base fundamentalmente en el hecho de exportar minerales. Entonces siguiendo ese lineamiento, que es el más correcto para un mediano y largo plazo, es fundamentalmente basarse en correctas leyes acorde con el contexto actual, dadas las condiciones económicas, políticas, sociales y ambientales. Si bien el Perú debe aprovechar su potencial natural para alcanzar su desarrollo, éste no debe ser la primacía debido a la vulnerabilidad de dichos recursos. Bustamante menciona el enorme potencia de la recaudación minera si se multiplicase la minería: 9 762 millones de soles si se multiplica por dos y 24 404 millones de soles si se multiplica por cinco. Sin embargo no pone el impacto ambiental y social que dicha multiplicación causaría; el Perú tiene múltiples ejemplos que demuestran que el camino de la minería no es el más sostenible en el tiempo; no se toma el hecho de que la economía del Perú es muy informal y que las leyes son muy vacías.
El Perú sigue una tendencia marcada desde los años 90 y que pone en tela de juicio su sostenibilidad en tiempo. Es importante cerrar las brechas económicas y sociales, sin embargo es evidente que ha veces, dada las condiciones del modo producción actual, eso no se podría dar.